domingo, 1 de julio de 2012

Pan mestizo

Cuando te aficionas a hacer pan, un fenómeno nuevo aparece en tu vida: la acumulación de harinas de todo tipo y procedencia. Una primera consecuencia muy prosaica es que dedicas un montón de espacio a paquetes, tarros y bolsas que desplazan a otros objetos que, con más o menos justicia, pasan a una categoría inferior, la de las cosas que, por supuesto, pueden ser ubicadas en otro sitio porque la harina es más importante. Si uno se pone lírico, el armario de las harinas también  puedes leerlo como el mapa de tus viajes y los de personas que tienes cerca, a las que ya pides sin remordimiento que hagan el favor de traerte alguna harina del país en vez de una camiseta patriótica o algún bello ejemplo de alfarería. Pero la poesía concluye el día que te das cuenta de que tienes ocho o diez paquetitos con pequeñas cantidades de otras tantas harinas con las que no sabes que hacer. Es el día de hacer un pan mestizo, un pan de restos, un pan multicultural, sin pedigrí y sin nombre.

Saqué la idea del libro Elaboración artesanal del pan, de Linda Collister. La receta de partida es la de un pan sin gluten, que no lleva harina de trigo y sí una mezcla al gusto de harinas de avena, arroz, maíz y centeno. Es un pan que no se amasa y lleva levadura seca de panadero (perdón...). Éste pan sí tiene gluten, porque entre mis restos había algunas harinas de trigo.

Ingredientes
 - 150 gr. harina de trigo integral
- 150 gr. harina de trigo blanco
- 100 gr. harina de arroz
- 100 gr. harina de maíz
- 100 gr. harina de centeno integral
- 530 gr. agua tibia
- 15 gr. miel
- 13 gr. sal
- 7 gr. levadura seca de panadero

La harina de maíz era gallega; la de centeno, inglesa; las de trigo y la de arroz, del Mercadona (hala, ya lo he dicho). Mezclar en un cuenco todas las harinas, la levadura y la sal e ir añadiendo poco a poco el agua, en la que he disuelto antes la miel para que sea más fácil mezclarlo todo. Cuanto está todo bien mezclado, se deja reposar 30 minutos en un molde. Después, se hornea unos 50 minutos a 220 grados.

La miga ha quedado bastante densa y húmeda, de sabor dulzón y yo diría que más por el maíz que por la miel. Esto con bien de mantequilla va a estar muy rico. Una buena manera de aprovechar restos y tener un buen pan en poco tiempo.

P.D. Este blog está decidido a recorrerse las principales ciudades de Irlanda. Hemos cambiado Belfast por Dublín, que seguro que nos va a deparar unos panes estupendos.